02 de Agosto 2025
El caso de Noemí: violencia extrema y silencio oficial en Tabasco
Un estremecedor
caso de violencia criminal ha sacudido a la sociedad tabasqueña. Noemí, una
adolescente de 16 años, fue secuestrada, torturada y asesinada por un grupo del
crimen organizado, que utilizó su cuerpo como una macabra herramienta para
sembrar el terror en la región.
El hallazgo
ocurrió el pasado 24 de julio sobre la carretera Vía Corta Cunduacán–La Isla,
cerca de la Unidad Chontalpa de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Una
hielera blanca de unicel, abandonada a un costado del camino, contenía una
cabeza humana envuelta en una bolsa negra, junto con un narcomensaje firmado
por un grupo delictivo que opera en la zona.
Días más tarde,
la víctima fue identificada por sus familiares como Noemí, originaria de
Cumuapa Primera Sección, en Cunduacán. La adolescente había sido reportada como
desaparecida poco antes del hallazgo. Según versiones locales, fue “levantada”
en la comunidad Libertad, torturada y posteriormente decapitada. Trascendió
también que Noemí podría haber estado embarazada al momento del crimen.
El resto de su
cuerpo fue localizado días después en un tambo de plástico que flotaba en el
río Samaria, también en el municipio de Cunduacán. Las circunstancias del
hallazgo aún están bajo investigación.
Pese a la
gravedad del caso y a la presión social ejercida por colectivos y activistas,
hasta el momento las autoridades de Tabasco no han emitido una postura oficial
ni han informado avances concretos en las investigaciones.
Versiones no
confirmadas apuntan a que la pareja sentimental de Noemí mantenía vínculos con
un entorno delictivo, lo cual podría haberla colocado como blanco del crimen
organizado.
La falta de
respuesta institucional ha provocado indignación. Colectivos y activistas han
alzado la voz para denunciar la inacción del Estado ante este tipo de crímenes
atroces.
“Los niños no
son mensajeros del miedo. En Tabasco decapitaron a Noemí, era una niña de 16
años. Su destino fue terminar en una hielera, y su vida fue utilizada para
mandar un mensaje que busca seguir sembrando el terror. Lo peor es que nuestros
niños están pagando con la vida esa complicidad”, expresó en redes sociales el
activista Bryan LeBaron.
“No existe un
dolor más grande que perder a un hijo, pero se multiplica cuando sabes que su
despedida fue llena de sufrimiento y miedo, y no estuviste ahí para
defenderlo”, lamentó Ceci Flores, fundadora del colectivo Madres Buscadoras de
Sonora.
El caso de
Noemí expone con crudeza la violencia que atraviesa muchas regiones del país,
así como el uso sistemático de métodos extremos por parte del crimen organizado
para infundir miedo y controlar territorios. También pone en evidencia la
fragilidad de las instituciones frente a una realidad que se cobra vidas
jóvenes en la más completa impunidad.
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